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les concederé ver grabado su nombre
    dentro de mi templo y de mi ciudad;
    ¡eso les será mejor que tener hijos e hijas!
También les daré un nombre eterno
    que jamás será borrado.
Y a los extranjeros que se han unido al Señor
    para servirle,
para amar el nombre del Señor
    y adorarlo,
a todos los que observan el sábado sin profanarlo
    y se mantienen firmes en mi pacto,
los llevaré a mi monte santo;
    ¡los llenaré de alegría en mi casa de oración!
Aceptaré los holocaustos y sacrificios
    que ofrezcan sobre mi altar,
porque mi casa será llamada
    casa de oración para todos los pueblos».

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